La compatibilidad natural con las varillas de refuerzo, que determinan la mayor parte de las características mecánicas de flexión y tracción, combinadas con la relativa facilidad de su instalación y la ductilidad con la que es posible crear obras y estructuras con formas más articuladas, hacen del hormigón el material más conocido y más utilizado en la construcción.
Sin embargo, debido a negligencias y superficialidad de los trabajadores o la mala instalación en el sitio, combinada con factores degradantes del medio ambiente, su duración ha demostrado ser limitada en el tiempo, a diferencia de lo que se teorizó al comienzo de esta tecnología, donde se pensaba que el hormigón era “indestructible”.
Para evitar estas anomalías, las regulaciones nacionales y europeas han prescrito los métodos necesarios y obligatorios para obtener un hormigón duradero.
Según el Decreto Ministerial 17/01/2018, la durabilidad de las “Normas técnicas para la construcción” se define como la preservación de las características físicas y mecánicas de los materiales (como el hormigón) y las estructuras, una propiedad esencial para mantener los niveles de seguridad durante toda la vida de la obra.
La vida nominal del proyecto (VN) de una obra se define convencionalmente como el número de años durante los cuales se espera que la obra mantenga niveles de rendimiento específicos, siempre que esté sujeta al mantenimiento necesario.
¿SE PUEDE DEFINIR EL HORMIGÓN
COMO MATERIAL ETERNO?
Básicamente, un hormigón duradero en un ambiente agresivo debe “empaquetarse, fundirse y curarse” para que sea impermeable al agua y resistente a agentes potencialmente dañinos.
La norma europea EN 206 establece los criterios para la prescripción, la mezcla y la instalación de hormigón en diferentes entornos de exposición.
El prescriptor de hormigón debe asegurarse de que todos los requisitos importantes para las propiedades del hormigón, establecidos por EN 206, estén incluidos en la especificación suministrada al fabricante, quien, a su vez, además de respetar estos requisitos, debe estar equipado con un Sistema de Control de Producción (FPC). Desde el punto de vista compositivo podemos derivar, de la experiencia adquirida hasta el momento, algunas reglas determinadas: las adiciones de microsilicatos con actividad puzolánica (MICROSIL 90) y el refuerzo de fibra con filamentos antifisuras y/o estructurales (tecnología READYMESH) logran hacer una contribución esencial a la durabilidad de hormigón, incluso en los entornos de exposición más severos mencionados en la norma EN 206.
Además de esto, la empresa que se encargará de la instalación deberá prestar especial atención al correcto sazonamiento del hormigón, además de la instalación con el debido cuidado, para aumentar el grado de hidratación, protegiéndolo del secado rápido con agentes de curado, anti-evaporación (CURING AID) o simplemente humedeciendo constantemente la superficie por medio de agua pulverizada o láminas húmedas.